Fundación Mapfre estrena exposición en su nueva Sala Bárbara de Braganza con una retrospectiva dedicada al fotógrafo norteamericano (Nueva York, 1947). Una selección de 320 imágenes que ofrece un recorrido cronológico por las principales series del autor, entre las que destacan American Surfaces y Uncommon Places.
Stephen Shore (Nueva York, 1947) es uno de los fotógrafos cuya influencia ha sido más destacada en las últimas tres décadas. La renovación que han supuesto sus aportaciones al lenguaje fotográfico no ha dejado de despertar el interés en distintas generaciones de autores, y para los fotógrafos más jóvenes sigue siendo una referencia indiscutible. Por este motivo, su obra también es especialmente valiosa para comprender la actualidad de la escena contemporánea y profundizar en los fundamentos de algunas de las prácticas fotográficas hegemónicas de los últimos años.
En su constante interrogación sobre los condicionamientos de esa mediación operada por la cámara fotográfica, así como sobre las modalidades y géneros del lenguaje fotográfico, Shore ha evitado muy conscientemente acomodarse a fórmulas establecidas. Ha trascendido incluso aquellas nuevas convenciones que su propio trabajo ha contribuido a generar, dando lugar a proyectos formalmente muy diversos.
No menos importante es el hecho de que su obra encarna las complejas operaciones de intercambio y retroalimentación que se produjeron entre el mundo del arte y el ámbito fotográfico a partir de mediados de los años sesenta, dialéctica que ha marcado la evolución de la práctica fotográfica hasta hoy.
La precocidad con que comienza la trayectoria profesional de Stephen Shore es ya legendaria. Además de su temprana afinidad con la obra y el temperamento de Walker Evans, cuyo trabajo descubre muy pronto, el encuentro con Andy Warhol y su experiencia en la Factory -que frecuenta asiduamente entre 1965 y 1967- contribuyeron a la configuración de una formación autodidacta especialmente atípica.
Entre 1969 y 1971, Shore realiza una serie de piezas de base conceptual. El registro sistemático y la contención expresiva constituían un claro distanciamiento con respecto a posturas más centradas en «el instante decisivo» o la presencia subjetiva del autor, con las que Shore no comulga. Sin embargo, la singularidad de estas piezas se debe también a que, en estas primeras experimentaciones, Shore no parece enarbolar una autocrítica de la obra artística y todavía menos un auténtico desinterés por las posibilidades formales del dispositivo fotográfico.
Desde la perspectiva actual, en estas primeras obras quizás ya sea posible detectar de forma incipiente la matriz de su pensamiento visual: el deseo de investigar las condiciones y los efectos que impone la cámara, en la percepción del mundo.