Novedad Octubre: ‘Los pasos que nos separan’ de Marian Izaguirre

«Últimamente le había dado por pensar que la identidad solo se construye con las pérdidas. Que nos hacemos a nosotros mismos con cosas que tuvimos y que hemos perdido. La distancia, el alejamiento, la huella de lo que estuvo y ya no está».

 

 

En Los pasos que nos separan, Marian Izaguirre se aleja de los escenarios habituales de sus novelas para transportarnos a una de las ciudades que mejor ejemplifican los convulsos años que vivió la Europa de entreguerras: Trieste. Efectivamente, la nueva novela de Izaguirre nos presenta la ciudad en dos momentos de su historia: la década de 1920, cuando la urbe se recomponía de los estragos de la Primera Guerra Mundial para adentrarse en un fascismo italiano que acabaría cebándose con las minorías que residían en el lugar, y la década de 1970, cuando la ciudad se había convertido en un hermoso puerto del Adriático tras el que se ocultaba, igual que sigue ocultándose hoy, un pasado lleno de dolor.

Los pasos que nos separan tiene a dos protagonistas principales: Salvador y Marina. El primero es un escultor octogenario que, a finales de la década de 1970, decide emprender un viaje desde Barcelona hasta Trieste, Zagreb y Liubliana para reconciliarse con su pasado, mientras que la segunda es una jovencita que, tras pasar unas vacaciones algo alocadas en Menorca, descubre que está embarazada. Mientras se debate entre tener al bebé o abortar en Londres, Marina responde a un anuncio laboral que alguien ha puesto en La Vanguardia; así es como conoce a Salvador, quien la contrata para que la
acompañe durante el viaje que se dispone a realizar.

«Creo que está haciendo este viaje para  despedirse de la vida. Creo que sabe que se va a morir pronto.»

Pero Los pasos que nos separan no es solo una narración anclada en la década de 1970, sino también una rememoración de las vivencias de Salvador Frei en el Trieste de los años veinte, al que ahora, cuando ya es un anciano, necesita volver. En aquel entonces, cuando el protagonista contaba con veintiún años y tras haber cursado estudios de escultura en Roma, fue aceptado como aprendiz por un escultor (Sergio Spalic) afincado en Trieste. El muchacho se trasladó a esa ciudad del norte de Italia con la esperanza de convertirse en un artista tan bueno como su maestro, pero el destino hizo que se enamorara de una mujer de origen eslavo, Edita, tres años mayor que él. Cuando la pareja se conoce casualmente en una cafetería de la ciudad, ella ya está casada con un violonchelista (Gottfried) de la orquesta nacional y tiene una hija, Jana, que terminará convirtiéndose en testigo mudo del romance entre su madre y el joven barcelonés.

Pero el amor que Edita y Salvador vivieron en aquel Trieste prefascista no quedaría al margen de los acontecimientos que convulsionaron Europa. Así, el joven protagonista descubrirá enseguida que algo se cuece bajo los cimientos de la ciudad y que personajes tan ilustres como el poeta Gabriele d’Annunzio no solo defienden la italianidad de Trieste, sino que exigen la expulsión de las minorías, entre las cuales se encuentra la eslava, que viven en la ciudad desde los orígenes del Imperio austrohúngaro. Así, mientras Edita y Salvador se ven a escondidas, la política italiana se inclina hacia el fascismo más radical, llegando a tal extremo que las revueltas callejeras empiezan a convertirse en una amenaza para un sector de la población. Cuando los squadristi fascisti queman el Narodni Dom (Casa del Pueblo eslavo) y Gabriele d’Annunzio llama a las hordas italianistas a las armas, los eslavos sufrirán una represión de la que tampoco se librarán Edita, Gottfried y Jana. Lo único que podrá salvarlos es un cuadro del pintor cuatrocentista Antonello da Messina, que Salvador tendrá que robar para sobornar a los carceleros de su amada. Aunque tal vez ese lienzo no sea suficiente para evitar que su marido y su hija sufran las consecuencias del odio emanado por el fascismo italiano…

Con estos elementos compone Marian Izaguirre una historia de amor que recorre los momentos más convulsos de la Europa de anteguerras y que entremezcla elementos a veces tan irreconciliables como el arte y el odio, el amor y las bombas, la pasión y el abandono.

0000925722.jpgMarian Izaguirre nació en Bilbao. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense, ha desarrollado una labor ocasional en el campo del periodismo, la comunicación y la publicidad, mientras se dedicaba de forma ininterrumpida a la escritura.

Hace ahora veinte años que vio la luz su primera novela La vida elíptica, con la que obtuvo el histórico Premio Sésamo. Desde entonces ha publicado seis novelas más: Para toda la vida (1991), El ópalo y la serpiente (1996), La Bolivia (2003), El león dormido (2005), La parte de los ángeles (2011) y La vida cuando era nuestra (Lumen en mayo 2013), novela que alcanzó los 12.000 ejemplares y que se publicó en ocho países. Izaguirre es también autora del libro de relatos Nadie es la patria, ni siquiera el tiempo (1999), que obtuvo el premio Caja España y que recoge sus cuentos escritos a lo largo de diez años. En novela ha obtenido los prestigiosos premios Sésamo, Andalucía, Ciudad de Salamanca y Ateneo-Ciudad de Valladolid, entre otros.

Los pasos que nos separan de Marian Izaguirre. Lumen, 2014. Tapa dura con sobrecubierta, 384 pp., 19,90 e. EBOOK 11,99 e.

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